1era Parte
Nuestra aventura en la Riviera Maya comenzó el sábado temprano. Llegamos a un lugar selvático que prometía una experiencia inolvidable: grandes malezas y expedición en un Boogie nos conducían a nuestro lugar de encuentro. Comenzamos a indagar en los misterios del Río de acuerdo a las imágenes de algunos turistas y folletos que encontramos en la entrada. Entre bromas decíamos que encontraríamos pirañas y cocodrilos. La aventura apenas comenzaba.
Después que nos entregaron nuestros trajes especiales de buceo, empezamos a bajar el túnel y llegamos a la interminable cueva. La belleza se veía por todos lados. Del techo colgaban estalactitas y del suelo empezaban a vislumbrarse las estalagmitas. Sus brillos naturales eran sorprendentes. A veces parecían cuarzos, y sus formas y rugosidades eran todas distintas.
El guía nos comentó que los turistas tienen la posibilidad de visitar tres rutas. Nosotros optamos por el “Camino de la Alegría”, un sendero lleno de maravillosas estructuras naturales; diferentes formaciones geológicas y algunos seres vivos que han logrado adaptarse al mundo subterráneo; entre ellos vimos al pez gato, algunos murciélagos y arácnidos, camarones sin pigmentación, entre otros. Nos sorprendió saber que a pesar de las condiciones inhóspitas de la cueva, hay animales que utilizan un sistema sensorial para sobrevivir.
En la medida que nos adentrábamos más, pudimos ver las filtraciones de agua. Apenas hace unos días había llovido y las gotas caían lentamente como rocío transparente. El agua llegaba a veces hasta nuestras rodillas y otras veces teníamos que nadar. Llegamos a un sendero mágico: a la izquierda podíamos optar por un chapuzón en una especie de cenote, y a la derecha se encontraba el famoso Río Secreto! Habíamos llegado y era hora de bucear…